Publicamos a continuación, extraída de
www.rebelion.org, una "Carta de un cubano en
México", firmada por Enrique Pérez y publicada el cuatro de mayo de 2006.
Soy cubano y hace cerca de 5 meses que estoy
en México. Lo que hoy les cuento es parte de mi experiencia diaria, es algo
que de alguna manera me había sucedido antes, otras veces, desde que estoy
aquí, pero que hoy, en la forma en que me sucedió y por alguna razón, me
golpeó en la cara como una bofetada.
Hace sólo unos minutos estaba yo dando
vueltas por la cocina haciendo no se qué cosa y de pronto veo a mi esposa
que entra buscando agua y me dice que es un chico que está fuera de la casa
el que se la ha pedido. Salgo y por costumbre (cubana) le digo al chico que
pase, no me gusta que esperen fuera, nunca me gustó dejar a nadie fuera de
la casa esperando por algo. Entra el chico y debía de tener cerca de diez años,
bajito, de pelo liso, traía un recipiente plástico en las manos. Me pareció
por la forma en que se conducía que debía de tener algún problema de retraso
leve o algo así o quizás no, quizás sólo estaba desconcertado probablemente
por el trato. Regresó a por el agua, se la llevó, la toma sin dejar de mirar
con unos ojos entre asustados y tristes. Luego de que termina hace por salir
y entonces trata de venderme lo que al final llevaba en el recipiente, que
eran tamales o empanadas. Mi esposa me pregunta si llevo sencillo arriba y
le digo que no, que no traigo y le miro como diciéndole - "otro día será" -
y ahí mismo se me empieza a aflojar el chico y me empieza a rebajar el
precio (que ya era bajo) de aquello que traía en el recipiente, y me decía:
"se los dejo todos por cuarenta pesos". Y luego, casi con lágrimas en los
ojos, me dice: "se los dejo en veinte pesos". Y yo de imbécil que no, que no
tengo dinero (y sí había dinero en la casa) y finalmente cerramos la puerta.
En el momento en que la cierro me han venido de golpe treinta y tantos años
en mi patria de no ver un chico sin zapatos en la calle, de no ver un niño
sin vacunas, sin amparo, sin escuelas, sin atención médica, un niño que
tenga que prostituirse o que vender nada en la calle, o limpiar cristales
mientras evaden el trafico demente de las ciudades y se tragan el humo de
tantos y tantos automóviles de lujo.
Me sentí un mierda por haberle negado
al chico, aunque hubiera sido comprarle los tamales o lo que fuera en el
precio que fuera y tuve que volver a abrir y subí las escaleras y tomé algún
dinero que encontré, veintitantos pesos, y se los di y le dije quédate tus
empanadas, toma este dinero y la porquería de dinero que le estaba dando me
hizo sentir más basura todavía, más egoísta y sentí vergüenza y recordé
todos mis años en Cuba de necesidades y carencias que al lado de la carita
triste del chico me parecieron un paraíso y entendí como vengo entendiendo
desde que estoy aquí cuán grande es mi pueblo, ese que anda a pie, que
estira el pollo para que alcance para todos, que comparte el azúcar y las
medicinas con la vecina, ese que se va a las marchas con agua con azúcar en
la barriga muchas veces pero que no duerme sin comer, el de las guaguas
rellenas hasta el techo, el de los apagones, el de todos los días, el que no
cede.
Mientras tanto, el resto del mundo sigue escupiendo en la cara de Cuba
y hablo de los poderosos, pero también del resto de los de abajo que se dejan
hipnotizar mientras pegados al televisor miran la novela o la misma historia
repetida hasta la saciedad de Carmen Campuzano o de Ana Bárbara y el Pirru o
los noticiarios, y repiten la misma letanía contra Cuba - derechos humanos,
derechos humanos, dictadura, dictadura y no tienen ni puta idea de lo que son
derechos humanos porque nunca los han visto delante, porque les enseñaron que
derechos humanos es vilipendiar al prójimo sin vergüenza ni recato y que se
les permita y luego le dicen a eso libertad de expresión y etc, etc, etc. Y me
preguntan cuando saben que soy cubano: "¿y cómo aguantan ustedes a Fidel?" Y no se les ocurre otra que esa pregunta estúpida y no saben que los que
"aguantan" son ellos y ven como lo mas natural del mundo que el presidente
que les vendió el país a los americanos salga en la tele diciendo "mañana
México será mejor que ayer" (pero no especifica cuándo será "mañana" ni en
qué y para quiénes será mejor México). Ahí se los escribo y les pido perdón
a los cubanos que siguen "aguantando", porque muchas veces no entendí muchas
cosas en Cuba y hoy las entiendo y a los hermanos mexicanos, a los buenos, a
los honrados, a los que piensan que hay algo que no anda bien, mejor se alzan,
cuates, que por las buenas ..... no lo creo. |