Francia: ¿campo de pruebas?
La cumbre de Lisboa (2000) decidió que Europa debía ser “la economía más
competitiva”. Esta orientación fue ratificada por todos los estados y
gobiernos. Por Francia firmaron Chirac y Jospin —partido socialista
francés—, por Bélgica Verhofstadt —partido socialista belga—.
En todos los estados de la Unión Europea, cualquiera que fuese su gobierno,
se aplicó la misma receta: reducción de cargas sociales para los
empresarios, bajada del “coste laboral”, privatización de los servicios
públicos, precariedad, flexibilidad y desempleo masivo.
La cumbre lisboeta fijaba el siguiente objetivo para los jóvenes: “favorecer
la disponibilidad y adaptabilidad de los jóvenes a las necesidades de la
empresa”. Ahí está el origen del Contrato de Primer Empleo (CPE), que deja a
los jóvenes a merced del patrono.
Es una política enfocada a obtener los máximos beneficios capitalistas en
época de crisis económica. Unos beneficios exorbitantes: 84.000 millones de
euros para los 40 principales grupos capitalistas en Francia. [1]
El primer ministro, Dominique de Villepin, ha querido dejar bien claro en
que no hay alternativa a la reforma y que Francia debe alinearse con Europa.
[2] Pero los otros países europeos también miran a Francia de reojo. El
parlamento sueco debate una proposición semejante a la del CPE, presentada
por la dirigente del Partido de Centro, Maud Olofsson. “A ejemplo de
Francia, la Sra. Olofsson, en realidad, lo que quiere es suprimir la
seguridad del empleo” dice el diario Aftonbladet. “Pero en Francia, lo mismo
que en Suecia, un contrato de primer empleo es la llave para acceder a
necesidades vitales como alquilar una vivienda o conseguir un préstamo
bancario para comprar una. La seguridad del empleo, esa base para tener
seguridad en la vida, se ha convertido en una rareza, por no decir un lujo.”
En Alemania también se está preparando algo parecido. La gran coalición
(cristianodemócratas y socialistas) que gobierna en Berlín también quiere
cambiar el Código del Trabajo e introducir un periodo de prueba de dos años
para todos los asalariados. Es lo mismo que quiere hacer el gobierno francés
en junio, con el nombre de “contrato único”. Un contrato calcado del CPE y
aplicable a todos los asalariados, no sólo a los jóvenes. Es la nivelación
por abajo.
Frente europeo de trabajadores
Pero no sólo los franceses se han echado a la calle. En Gran Bretaña acaba
de declararse la mayor huelga de servicios públicos desde 1926 (millón y
medio de huelguistas) contra los 5 años más de carrera. De modo que existen
posibilidades reales de atajar la ofensiva de la patronal europea.
Por primera vez en mucho tiempo, los jóvenes y los trabajadores de Francia
son capaces de atajar la ofensiva patronal capitalista. Su victoria será un
gran aliento para todas las luchas en Europa. Su victoria también será la
muestra.
[1] www.urcf.net
[2] www.jcrf.org
http://www.ptb.be/scripts/article.phtml?lang=2&obid=30731
El dinero debe ser para los que lo producen, no para
los accionistas
Gérard y Antoine, cincuentones, son asalariados de Total y militantes de la
CGT. “No nos concierne directamente, porque desde hace mucho tenemos un
verdadero contrato de trabajo. Pero estamos viendo que el gobierno quiere
embarcar a los jóvenes. El CPE es la arbitrariedad, la amenaza permanente de
que te larguen. El gobierno también se la piensa jugar a los viejos: tiene
previstos unos contratos de trabajo de 2 a 18 meses para los mayores de 57
años, con condiciones salariales desfavorables. Pero nosotros queremos
quedarnos en casa. Ya hemos dado bastante.
Todo esto nos hace temer que el gobierno también va a meter mano a los
contratos normales. Los patronos ven el Código del Trabajo como un freno, y
quieren quitarlo como sea. La Medef [asociación patronal] quiere generalizar
el CPE a todas las categorías de trabajadores. Total obtiene 14.000 millones
de euros de beneficios, pero no quiere invertir en Normandía, según la
empresa a causa del “mal clima social”. Prefiere Arabia Saudí. Para tener
contentos a los accionistas la patronal no duda en cerrar fábricas enteras.
Nosotros, en cambio, pensamos que el dinero debe ser para los que lo
producen, no para los accionistas.
El gobierno hace mal en atacar a la juventud. Si el gobierno no retira el
CPE, habrá que ir a la huelga general.”
Para Christophe y Christine Savaux esta es la segunda manifestación del día.
Por la mañana han ido a la marcha de Maubeuge y ahora se han unido a la de
Lille. Él está afiliado a la CGT y ella milita en Attac. “Queremos que
retiren el CPE y punto. Pero el CPE es sólo el principio. Es preciso que
hagamos una reflexión global: ¿qué sociedad queremos? Todos se hacen esta
pregunta: beneficios exorbitantes, caja de la Seguridad Social, explosión en
las barriadas, precarización de los asalariados. La gente ve que la ley del
mercado no beneficia a los consumidores: acaban de anunciarnos un aumento
del 8% en las tarifas de gas y electricidad. Ya se empieza a ver que no es
un asunto sólo francés. Estamos hartos de hacer el primo, todo el mundo
busca una alternativa que rompa con el neoliberalismo.”
En la cola de la manifestación, Michèle, Jean-Marc, Marie, Christophe y
Gaétan desfilan detrás de una banderola del sindicato CNT. “Ser joven en los
tiempos que corren no es ningún chollo. Hemos venido para acabar con todos
esos contratos precarios. Y el CPE es peor aún: durante dos años los jóvenes
están condenados a no rechistar. Nos tememos que esta clase de contrato se
va a extender a los demás trabajadores y también a otros países europeos. Ha
llegado el momento de movilizarse y resistir.”
¿Una respuesta a la crisis de las barriadas?
A últimos de octubre de 2005 estalla una rebelión en las barriadas
francesas. El primer ministro encarga a sus consejeros que encuentren una
respuesta adecuada para resolver el problema del empleo de los jóvenes.
A mediados de enero, sin haber consultado a los sindicatos, anuncia la
creación de un contrato reservado a los jóvenes menores de 26 años, el CPE.
Según él, es una respuesta a la situación específica de los jóvenes
“marginados por nuestra sociedad”. Pero durante los debates parlamentarios
no se resalta este aspecto. Los ministros que defienden el CPE hablan sobre
todo de jóvenes que “con un título superior tardan muchos meses en encontrar
trabajo […] con el CPE este plazo debería reducirse”. [1]
Ahora que los jóvenes se oponen en masa a su proyecto, el primer ministro
desempolva su idea de una respuesta a las rebeliones de las barriadas. El 12
de marzo, en TF1, Dominique de Villepin, de pronto, cae en la cuenta de que
su contrato está pensado sobre todo para favorecer a los jóvenes de las
barriadas. “Va dirigido a los que tienen más dificultades para entrar en el
mercado de trabajo” aclara. “El CPE tiene que acabar con el infierno de los
trabajillos de nada y las prácticas interminables, en un país donde el 25%
de los jóvenes están desempleados”. [2] Vaya, entonces resulta que no
concierne a los estudiantes de carreras superiores.
Pero los estudiantes de secundaria y universitarios no lo entienden así.
Convergencia entre jóvenes de las barriadas, jóvenes
trabajadores y estudiantes.
Jeremy, de 20 años, estudia informática en la universidad de
Lille 1. “Sobre todo estamos hartos de precariedad. No es sólo el CPE. El
gobierno también quiere volver a introducir el trabajo con 14 años y el
trabajo nocturno con 15. Es asqueroso, es inaceptable”.
“El gobierno dice que no concierne a los universitarios” interviene el chico
que está al lado, estudiante de ingeniería “pero no es verdad. Con el CPE se
desata la competencia entre los jóvenes. En el fondo, la verdadera cuestión
no es el CPE. Es la precariedad. Hay convergencia entre los jóvenes de las
barriadas, los ‘intermitentes’ del espectáculo, los jóvenes trabajadores y
el mundo de la enseñanza. Hay que invertir en las personas y no tanto en la
rentabilidad. Necesitamos un proyecto educativo coherente, con muchos más
medios. No bastará con un cambio de gobierno, lo que hace falta es sobre
todo un cambio de sociedad.
[1] Libération, 17 de marzo de 2006.
[2] Le Jour, 17 de marzo de 2006.
Francia se está convirtiendo en un país de
salarios bajos
En las grandes empresas los asalariados también se oponen al CPE, confirma
Pierre Baraudon, delegado de la CGT en el grupo aeronáutico Safran (al que
pertenece Techspace Aero de Lieja).
Pierre Baraudon: Hay que crear una relación de fuerza que obligue al
gobierno a ceder. En Safran todos los asalariados están motivados y
movilizados. Hemos organizado paros. Somos conscientes de que es un pulso
con el gobierno.
¿Hay otras reivindicaciones planteadas?
PB: Sí, los salarios y el empleo. Las empresas están dando a conocer sus
resultados de 2005. La rentabilidad, los beneficios y los dividendos de los
accionistas están por las nubes. En cambio la partida reservada a los
aumentos salariales se reduce cada vez más. Desde hace años el poder de
compra está disminuyendo. Francia se está convirtiendo en un país de
salarios bajos.
El descontento es general. Hay una movilización muy fuerte contra la
política ultraliberal que quiere cargarse el Código del Trabajo y la
Seguridad Social para aumentar el beneficio económico.
¿Crees que el CPE tiene algo que ver con las directrices europeas?
PB: Por supuesto. Los franceses, después de mucho debate, mostraron una gran
madurez política al rechazar masivamente el proyecto de constitución
europea. Comprendieron que se jugaban su futuro por lo menos para los
próximos 50 años. Nosotros participamos, con una delegación de la empresa,
en las manifestaciones sindicales europeas de Bruselas y Estrasburgo.
Luchamos por una sociedad distinta de la que sólo quiere más ganancias en
perjuicio de los hombres.
CPE: para despedir sin motivo y sin aviso previo.
Siguiendo las directrices de la cumbre de Lisboa (marzo de 2000), que se
propuso hacer de Europa “la economía más competitiva del mundo”, todos los
países europeos han aplicado distintas recetas que brindan a la patronal una
reducción de las cargas sociales y una mano de obra más barata, precaria y
disponible, pero también pretenden obligar a los jóvenes a que acepten esta
situación. En Bélgica se han llamado planes PTP, Activa o Rosetta. En
Francia están los “contratos de futuro” y los “contratos-jóvenes”.
Los contratos de primer empleo (CPE), reservados a todos los jóvenes menores
de 26 años en las empresas de más de 20 trabajadores, son mucho más que una
variante. Con los CPE, aunque el contrato sea indefinido, el periodo de
prueba es de dos años. Durante esos dos años los patronos pueden despedir
sin motivo de un día para otro. Llega el “asalariado de usar y tirar”, se
acabaron los planes de futuro, el derecho a hacer huelga y sindicarse, el
derecho a expresar libremente una opinión.
No habrá NI UN SOLO puesto de trabajo más: la gran patronal irá sustituyendo
los empleos estables por CPE para acostumbrar a los jóvenes, con título
universitario o sin él, a la precariedad. Para obligarles a agachar la
cabeza desde los 18 años, incluso desde los 14 (fuente:
www.initiative-communiste.fr).
Chirac: “Para disminuir el coste laboral”.
Desde Alemania, Chirac ha asegurado que respalda “completamente y sin
reservas” a su primer ministro.
“El CPE es un elemento muy importante de nuestra política”, ha recordado
durante una conferencia de prensa en Berlín. “El CPE es un instrumento vital
para abrir las puertas de las empresas, es la respuesta a la situación
actual. La disminución del coste laboral es un elemento central de nuestra
política. El CPE va a demostrar su eficacia.” Más claro, agua (www.sitecommunistes.org).