Rafa tiene 32 años, es vecino de Madrid y
nació también en Madrid. Sus padres son malagueños, son inmigrantes en la
capital. Cumple
con las características mayoritarias de las biografías de su generación:
explotación, precariedad, en empleos cualificados.
<<Yo me fui de casa a los
26 años, en una situación bastante precaria, bastante jodida. Empecé
repartiendo pizzas, con una jornada de 24 horas semanales. No reunía mucho
dinero, pero con las propinas se podía más o menos sobrevivir… Con eso y
luego también trabajaba en un periódico muy, muy cutre que se llama “El
diario local”… local del barrio, allí en Hortaleza. Me pagaban cincuenta mil
pesetas [300 euros], sin contrato y sin nada.
Había empezado a trabajar
con diecinueve años. Sobre todo era una cuestión de pagarme mis gastos. Mis
padres me daban casa y comida, pero no había para mucho más. El primer
trabajo que tuve fue de cocinero en una pizzería de una cadena
multinacional, Pizza Hutt. Tampoco es que fuera mucho, pero me daba para
tomarme unas cervezas y comprarme algunas cosas que necesitara. Lo que pasa
es que lo tuve que dejar porque me puse a estudiar y era incompatible.
Empecé sociología, pero la dejé. Creo que la dejé porque me daba mucha
pereza el esfuerzo que lleva una carrera como esta –es preciosa,
Sociología-. Claro, por una parte no podía trabajar, y por otra, en mi casa
no había más dinero que el que había, nunca nos ha faltado ninguna de las
cosas básicas, pero lujos no había. Veías que en una carrera de este tipo,
como no tengas a nadie detrás, poder, influencias, buenos amigos, o seas un
superclase… La gente normal y corriente que escogemos una carrera como
sociología, o letras, nos vamos directamente al paro y no nos vale
absolutamente para nada. Es más, a veces es mejor echar los currículums y ni
decirlo, si no quieres quedarte sin trabajo.
Yo soy diseñador gráfico,
pero nunca pensé que iba a vivir de ello. Era mi hobby, me gustaba hacer
fanzines, pequeñas publicaciones en fotocopia independientes, de temas muy
concretos. Me gustó mucho me enteré de que podía ganarme la vida con ello.
La primera experiencia profesional que tuve fue un periódico que se empezó a
hacer de baloncesto en la Comunidad de Madrid. Nos pagaban unas ochenta mil
pesetas al mes [480 euros] y podías estarte doce, catorce horas allí. Los
días de cierre alguna vez llegué a dormir en la oficina… y luego no nos
pagaban, no había dinero y me tiré seis meses sin cobrar y me harté de la
situación. Bueno, lo cierto es que al final casi lo cobré todo. Es duro
pasarse seis meses currando sin recibir nada a cambio, sólo con la promesa,
y teniendo que escuchar que no tienes experiencia, que estás empezando, que
te estamos dando una oportunidad para… nada, te tienes que callar.
Luego tuve suerte, bueno, me dejé ver, hice amigos y pude entrar a trabajar
seis meses en el diario deportivo “Marca”, el más importante de España.
Cobraba prácticamente lo mismo que en ese otro periódico tan chiquitito.
Trabajaba menos, pero la situación en "Marca" era muy desagradable. Estuve
en deportes que me gustan mucho y trabajaba con temas que me apetecían. Me
impliqué a fondo. Pero “Marca” pertenece al grupo empresarial “Recoletos”,
controlado por el Opus Dei, y en él se potencia esa competitividad a saco
entre los propios trabajadores… el pisar la cabeza de tu compañero. Recuerdo
que el subdirector que me hizo la entrevista para conseguir el empleo me
dijo: “Yo lo que quiero es gente que me venga aquí a mover la silla”. Y yo
pensaba: “Yo quiero venir aquí, trabajar honradamente, llevarme un sueldo a
casa y ya está”. Hombre, las horas que estás en tu trabajo estás implicado
porque eres un profesional, pero yo no tengo ninguna intención de
convertirme en subdirector…
Ahora estoy en el diario
“La razón”, después de "Marca" y del “Diario local” del barrio de Hortaleza
-entonces lo tenía que compaginar con el reparto de pizzas, porque si no, no
me daba para vivir-. Pero antes todavía había estado de mensajero,
trabajando en la moto. Es un empleo durísimo y muy mal pagado. Yo creo que
es la vida del minero del siglo XXI, es horrible.
Ahora llevo cinco años en
el mismo puesto porque es un turno que no quiere nadie: entro a las ocho de
la tarde y salgo a las tres de la mañana… Bueno, es prensa, de modo que
puedo lo mismo salir a las cuatro que a las cinco de la mañana, o no salir,
como me pasó cuando la guerra de Irak u otras cosas gordas que han pasado y
me he tenido que quedar trabajando. Pagan puntualmente, es un periódico de
tirada nacional, el séptimo u octavo de España, lo que pasa es que es un
periódico de ultraderechistas, bueno, ahora se llaman de otra forma, se
llaman “demócratas conservadores”, “constitucionalistas” y cosas así, pero
vamos, son lo que son, el poder de toda la vida, el que ha habido en este
país durante los cuarenta años de la dictadura de Franco... y que sigue
habiendo ahora, de otra forma un poco maquillada. Son los mismos, los mismos
apellidos, las mismas familias, son la derecha de la derecha.
Pero la función que hago,
que es la maquetación y diseño de páginas, no les llama la atención.
Mientras estuve sin contrato, casi dos años, no tenía ningún tipo de
derecho, me podían echar al día siguiente. No te pagan las horas
extraordinarias ni las vacaciones. Y mucho cuidado con caer enfermo y estar
de baja. Si el jefe tiene buen ánimo contigo, te puede respetar las bajas,
pero no tiene por qué hacerlo. Si estás de baja un mes, te lo pasas sin
cobrar. Y si en un momento dado les interesa, te vas a la calle sin ningún
tipo de indemnización ni nada. Eso sí, los impuestos los pagas. Cada trabajo
que haces figura como una “colaboración literaria” y paga el impuesto de
valor añadido (IVA), que sirve para hacer carreteras, o ese tipo de cosas,
porque mi dinero me parece que no va para sanidad, ni para educación, ni
para instalaciones deportivas, ni para muchas otras cosas. Pero carreteras
hay un montón.
El primer contrato laboral
con “La razón” ocurrió porque se fue una compañera. Les llamó la atención
que yo llevaba ya dos años trabajando allí sin contrato y me hicieron a mí
el que quedó libre. Pasé a ganar menos dinero todavía al tener
contrato. Luego pude irlo negociando, aunque siempre tienes que jugar con el
miedo. En mi periódico no hay comité de empresa, no hay representación
sindical, es más, en el contrato firmas una cláusula muy tramposa que dice
que en este periódico no hay representación sindical, y está redactado de
tal manera que te da la impresión de que es que no puede haberla. Claro,
esto es ilegal, inconstitucional. Ellos, que tanto defienden la
constitución, por la otra parte nos engañan.>> |